Las personas ensoñadoras, sueñan con una pareja ideal, un príncipe o una princesa que les va a dar la felicidad eterna como en los finales de los cuentos infantiles, o las historias trágicas como la de Romeo y Julieta, donde hay que vivir un amor demasiado idealizado y superar todo obstáculo, o simplemente morir de amor. Las personas ensoñadoras tienden a ser ingenuas e idealistas y se enamoran no de las personas sino de cómo estas deberían de ser. Viven en un mundo de fantasía y no ven a sus parejas como son, niegan su realidad, justifican los defectos y errores del ser amado por el amor que le tienen. Se identifican con canciones románticas o de amores imposibles, pueden cambiar su estado ánimo hasta llegar a llorar; se centran en el corazón y los sentimientos y hacen poco uso de la razón y la lógica.
Son hijos sobreprotegidos, no se les enseñaron a resolver los problemas y a enfrentarse a las dificultades de su edad. De niños tiene romances platónicos al creer estar enamorados de sus maestros o un artista de moda. Suelen casarse muy jóvenes y decepcionarse cuando la realidad no concuerda con la fantasía y el amor romántico se acaba o se transforma por el tiempo y la llegada de los compromisos y de los hijos.
Cuando alguien intenta hacerle ver los defectos de su pareja, lo justifican por amor.
Cuando se sienten abandonados llegan a caer en crisis muy profundas, en la depresión e incluso en intentos de suicidio.
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